domingo, 18 de septiembre de 2011

Chivirico Davila

Si nos ajustamos estrictamente al significado de la palabra SONERO, tendríamos que decir que sonero es aquel vocalista que interpreta sones; pero en el ámbito salsero el sonero tiene otra connotación: para los seguidores de esta expresión este personaje es aquel interpreta por medio de su imaginación, es capaz de improvisar, y hacer rimas alusivas a la página que se está interpretando o a determinado tema que pueda surgir en el momento de la grabación o presentación en vivo; chispa característica de los artistas nacidos en el trópico.
Sonero es aquel cantante que verdaderamente siente y ama su oficio, aquel que siente y ama su música, aquel que siente y ama su público; sonero es el vocalista que no necesita de nada escrito para expresar todo ese sentimiento que le brota por los poros y que lo lleva por medio de su ingenio e inteligencia a ser un personaje irremplazable dentro de esta hermosa expresión cultural.
Hoy traemos para ustedes una pequeña crónica sobre un eximio sonero, uno de los grandes exponentes de lo que en mi espacio radial he denominado como “La Salsa del segundo plano”, el ejemplo claro del autentico representante del sentir de su pueblo: RAFAEL DÁVILA ROSARIO, el gran Chivirico Dávila.
Chivirico fue un vocalista súper cotizado en las décadas del 60 y 70, un extraordinario cantante que se disputaron las grandes bandas de la época dorada de la salsa. La carrera del sonero boricua merece los mejores elogios y un reconocimiento especial, pues su calidad interpretativa quedó plasmada en una gran cantidad de grabaciones, muchas de las cuales son antológicas y hacen parte del archivo histórico de la música Afro antillana.

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